Dwyane Wade; un último baile
El escolta afronta su temporada de despedida
Lo recuerdo cómo si fuera la primera vez. Yo era un crío que apenas sabía nada de baloncesto, que como tantos otros niños de mi generación de mi país su primer contacto real con aquel deporte había sido la gesta mundialista de la selección española. Al ver a Pau Gasol a tal nivel, decidí saber más sobre la liga en la que jugaba,que por lo comentado en las retransmisiones de los partidos, era la mejor del mundo, la NBA.
Con 10 años, fui a lo fácil y me compré el número más reciente de la revista oficial de la NBA . El mejor equipo y los mejores jugadores tendrían que ser los actuales campeones, y aquel año los ganadores eran Miami Heat que habían conseguido al jugador más dominante de los últimos años 2 veranos antes de ganar el anillo, un tal Shaquille O´Neal.
Sin embargo, me llamaba la atención que en la revista no paraban de alabar a otro jugador, el que por lo visto había sido el que realmente hizo que ganaran en la final. Su nombre, Dwyane Wade. No sabía aún mucho de baloncesto ni de valoración de estadísticas, ¡pero aquel hombre había promediado 35 puntos en toda la serie! Tenía que saber más sobre él.
Y así fue, a medida que iba conociendo más sobre el baloncesto y la NBA, me iba haciendo más fiel a los colores de Miami Heat pero sobretodo, me iba enamorando cada vez más del juego de aquel al que llamaban «Flash». Esa capacidad para taponar a casi cualquier jugador que se encontrara, su velocidad, su garra…era increíble. Aún recuerdo aquella temporada 2008-09 en la que ( al menos en mi opinión) mereció el MVP, a cada partido que disputaba dejaba alguna jugada que ver una y otra vez. Sin embargo,el equipo no terminaba de acompañar y todo ese esfuerzo acababa en balde.
Pero entonces, Pat Riley hizo una de sus jugadas maestras, y trajo a LeBron James y Chris Bosh. Llegaban los tiempos dorados, las cuatro Finales de la NBA consecutivas, los anillos…Y yo, pese a disfrutar de la elegancia de Bosh, o la dominancia de LeBron, seguía asombrado por cómo se adaptaba tan fácil a compartir pista con un jugador que atraía tanto juego como James, a demostrar tal nivel de química (esos alley oops…) y aún así ser capaz de brillar con actuaciones increíbles (el game winner contra Indiana, el mate a Kendrick Perkins, el «eurostep » a Kevin Garnett , sus increibles números en los partidos del All Star…). Sí, estaba claro que LeBron era el rey de la liga y sus premios estaban ahí, pero Wade era el que me hacía levantar del asiento en cada partido.
Y luego llegó su prueba de lealtad. Con el regreso del alero a Cleveland, y la lesión de Bosh, Wade se puso el mono de trabajo y llevó al equipo a un tercer puesto en la conferencia Este y a las semifinales de conferencia, promediando más de 20 puntos en playoffs.
Pero un verano convulso en negociaciones acabó con la salida de Wade a su ciudad natal, Chicago, y aunque yo me mantenía fiel a los colores de los Heat, no podía evitar seguir pegado a la pantalla viendo los partidos de los Bulls sólo por él. Era duro verlo sin la camiseta de mi equipo,la que había llevado toda su carrera, pero seguía demostrando su nivel a pesar de la edad.
Y al año y medio de aquello, regresó el hijo pródigo. Una noticia que me hizo saltar del sofá al instante: Wade volvía a South Beach. Claro que no era el mismo que se fue, venía como sexto hombre (los años pasan para todos), sin embargo ya en el debut fue determinante colocando un tapón a Bledsoe para ganar a los Bucks y frenar la sequía de victorias.No sería ya Flash, pero seguía siendo un tremendo jugador. En playoffs tuvo su último destello, haciendo 28 puntos, 7 rebotes, 3 asistencias y 2 robos en 25 minutos con un 11/16 en tiros de campo en el segundo partido de primera ronda frente a los Sixers. Y con 36 años.
Ahora afronta su año 16 en la NBA , el definitivo. Durante mínimo 82 partidos más, el número 3 seguirá brillando en la cancha, y después, sobre ella, colgando bien arriba, junto a los carteles de los 3 anillos de la franquicia,los que él ganó, como la leyenda que es. Preparémonos y disfrutemos, del último baile del mejor jugador de la historia de Miami Heat.