Golden State Warriors 2018-19: Historia por hacer
Los chicos de Kerr quieren despedirse de Oakland con otro campeonato
Una nueva temporada les espera y no será una más, tendrán la oportunidad de grabar sus nombres en los libros de historia de la competición. Solo tres franquicias han sido capaces de lograrlo, Los Ángeles Lakers, Boston Celtics y Chicago Bulls. Nadie más ha ganado tres campeonatos de manera consecutiva, y un equipo ya histórico como Golden State tratará de sellar y confirmar su grandeza para la posteridad ganando su cuarto anillo en cinco años. Este curso será especial por varios motivos, uno de ellos es la despedida de Oakland y el Oracle Arena, que ha visto a los Warriors durante más de 40 años.
Ahora les toca mudarse al otro lado del Bay Bridge para hacer realidad el gran proyecto que trajeron bajo el brazo los nuevos propietarios, Joe Lacob y Peter Guber cuando compraron esta histórica organización en decadencia en 2010. Prometieron un banner más, y ya llevan tres, al igual que prometieron un estadio nunca antes visto en el deporte americano que llega en el mejor momento posible. La globalización de la marca del baloncesto de la Bahía está en el punto más alto de su historia, y están aprovechando cada paso que dan para aumentar aún más su popularidad. El lado negativo, la fiel base de aficionados que quedará huérfana de su equipo de baloncesto y fútbol americano.
Otro de los factores que hará singular esta campaña es la situación contractual de dos de sus grandes estrellas, Klay Thompson y Kevin Durant. La primera ya ha mostrado su compromiso con el equipo, pero el alero de Maryland no ha hecho nada más que despejar balones dejando su futuro totalmente abierto. Muchos consideran que este podría ser el último año de Durant en los Warriors, así lo insinuaba Marcus Thompson, periodista especializado en Golden State durante muchos años. Sin embargo, otros consideran que KD vestirá la camiseta de los Warriors una temporada más, cumpliendo su promesa de jugar como local en el nuevo Chase Center y sumar más dinero a su bolsillo.
La batalla más dura
Golden State no ha sufrido tanto en sus años de dominancia como lo hizo la temporada pasada. Ni siquiera en 2016 cuando cayeron en las Finales ante Cleveland Cavaliers desperdiciando una ventaja de 3-1. Por primera vez en mucho tiempo, encontraron un claro competidor que les dejó por detrás en temporada regular. Los Rockets de D’Antoni encontraron la fórmula para batir a los Warriors, aunque la inexperiencia en situaciones de vida o muerte y la lesión de Paul favorecieron la aparición de Golden State en sus cuartas Finales consecutivas. Finalmente, todo el sacrificio y esfuerzo terminó con un 4-0 en el gran escenario ante unos Cavs mermados y liderados por un LeBron histórico.
Las lesiones fueron las principales protagonistas en su temporada. Stephen Curry fue el gran perjudicado, sufriendo hasta tres distintas a lo largo del curso. Durant, Green, Thompson e Iguodala entre otros tuvieron que perderse partidos a causa de problemas físicos. Una especie de maldición que favorecía enormemente a sus rivales. No obstante, una vez llegada la postemporada mágicamente fueron capaces de recuperarse, incluso comenzando sin Curry que no se recuperó hasta las semifinales de Conferencia. Pero a pesar de todo, este no fue su gran enemigo. Tuvieron que verse las caras con un enemigo inesperado, la complacencia.
Esa fue la palabra más repetida durante el año, no eran capaces de encontrar la motivación de pasar de nuevo por el mismo camino. Deseaban que llegase abril para comenzar de nuevo el baloncesto que realmente importa. La dejadez y la vagueza inundaron los partidos de temporada regular donde solamente las caras nuevas como Quinn Cook mostraban ganas de competir cada noche.
Con ganas de hacer historia
No han querido callárselo ni esconderlo ante la prensa, Steph Curry lo confirmó en unas declaraciones recientes. “Hemos hablado sobre la posibilidad de obtener el three-peat. Es algo que está presente y que nos motiva mucho, pero sabemos lo difícil que es ganar un campeonato”. Tras muchos intentos, Golden State ha encontrado una narrativa a la que agarrarse para pelear en cada partido, hacer historia. Sería la prueba definitiva de que estos Warriors son toda una dinastía. Ni siquiera el gran dominante del siglo XXI, San Antonio Spurs, fue capaz de conseguirlo. Tendrán que luchar codo con codo para batir todos los récords.
Para poder conseguirlo tendrán que mirar primero al Oeste. Con LeBron en Los Ángeles se suma un nuevo competidor en su Conferencia, por si eran pocos. Houston parece haber dado un paso atrás con piezas importantes de su plantilla como Trevor Ariza y Luz Mbah a Moute, pero la incorporación de Carmelo Anthony y el mantenimiento del núcleo principal les hacen ser el rival a batir para Golden State. En el Este, Boston pasa a ser el principal candidato a verse las caras con los chicos de Kerr en junio. Con Kyrie Irving, Gordon Hayward y los jóvenes que impresionaron al mundo el pasado año, cualquier cosa puede pasar. Otros como Utah, Oklahoma, Lakers, Raptors o Sixers podrían establecer un nuevo conflicto con los Warriors.
All-Star team
Golden State mantiene su política de contratar a All-Stars. Con la llegada da Cousins, el protagonismo seguirá siendo compartido en la pista. Stephen Curry confesó haber tenido su mejor verano desde que es profesional y en pretemporada ya ha demostrado tener un nivel impresionante. Klay Thompson ha sido el otro jugador que ha dejado claro en los amistosos previos al nuevo curso que no bajará de marcha. Draymond Green sigue siendo uno de los mejores defensores de la competición y Kevin Durant… bueno, es Kevin Durant.
Durante los dos últimos años han evidenciado que pueden jugar a las mil maravillas entre ellos y no hay ego que exista. El reto está en encajar a Cousins en la rotación, el cual no podrá volver hasta 2019. Por lo demás, se espera que el resto rinda al nivel de siempre. Hace tiempo que la pregunta dejó de ser quién es la estrella del equipo.
DeMarcus Cousins, el lujo supremo
Golden State fue el protagonista del movimiento más inesperado del verano, incluso más que el fichaje de LeBron James por Los Ángeles Lakers. Nadie esperaba que el mejor pívot de la competición decidiera ir al mejor equipo de la liga con un contrato de 5,3 millones de dólares. “No recibí ninguna oferta, los Warriors fueron mi as bajo la manga”. Su lesión del talón de Aquiles le privó de recibir una gran cantidad de dinero en la agencia libre, así que decidió poner rumbo a la Bahía para limpiar su imagen y ganar un contrato enorme el próximo verano.
Esta incorporación ofrece una inimaginable cantidad de posibilidades a los Warriors que contarán por primera vez con un pívot de calidad en la era Kerr. A primera vista, el quinteto All-Star parece imparable aunque los entrenadores rivales acabarán encontrando alguna solución. No cabe duda que la llegada de DeMarcus hace aún más favoritos a los Warriors para lograr el ‘three-peat’.