ANÁLISIS | Ha llegado el momento de Ludde Hakanson

El sueco ha de dar la cara en el momento clave

Esos jóvenes que no acaban de encontrarse. Que no acaban de explotar. Que en momentos puntuales parece que sí, y a los que al final les puede el ansia por triunfar, o todo lo contrario, les puede el miedo a no piciarla. Este es el caso de Ludde Hakanson, base del Movistar Estudiantes. Un jugador del que mucho se esperaba y del que poco se ha recibido, incluso menos de lo que se le demandaba.

Pero dejando a un lado lo que pudo ser y no fue, o lo que se espera que sea el año que viene si el jugador se queda en Madrid, nos concierne un tema muchísimo más importante; evitar el descenso. Y en esa pelea, poder encontrar su mejor versión va a ser de vital importancia. Nunca mejor dicho, pues en esta ocasión, la vida sí depende de ello.

Punto de inflexión el día de Murcia

El día del partido ante el UCAM Murcia, en el que el Estudiantes recibió nada menos que 116 puntos, pudimos ver por primera vez en toda la temporada a Ludde Hakanson jugar más de 20 minutos. Con el partido regalado casi al segundo cuarto y las vistas puestas en dejar descansar a los titulares, por fin pudo gozar del tiempo de juego suficiente y la bajada de presión para poder desplegar su mejor juego. Y efectivamente, la apuesta salió bien; en 22 minutos, anotó 17 puntos, su marca más alta en toda la temporada, con una carta de tiro más que decente, con 2-5 en tiros de campo y 3-4 en triples, además de 3 asistencias.

Desde ese dia, su rendimiento ha mejorado considerablemente, y ha mejorado teniendo en cuenta que sus minutos siguen siendo dispares. En los últimos 7 partidos, logró 17 contra Murcia, llegó a los 9 ante Delteco GBC y ante Herbalife Gran Canaria en muy poco tiempo (9 y 12 minutos, respectivamente), y hoy se ha ido hasta los 16 contra Unicaja, manteniendo al equipo en los momentos complicados. Su media la bajan, eso sí, sus aportaciones de tres, cuatro y dos puntos ante Baskonia, Breogan y Burgos. En total, en estos últimos siete, promedia un total de 8,6 puntos, que se acercan a los 6 de la pasada campaña, que aunque sobre el papel no sean un número muy elevado, si que vinieron muy bien a final de año, cuando Landesberg tuvo más problemas de continuidad.

¿Por qué es tan importante que se encuentre ahora?

Las bajas de Darío Brizuela y Alessandro Gentile son la peor noticia que un Movistar Estudiantes, crítico no, crítiquisimo, podía recibir en estos momentos. El Estu pierde un total de 29,4 puntos cuando sus estrellas no juegan, que es prácticamente el 35% de puntos para un equipo que basa sus victorias en una gran producción en ataque (concretamente, la séptima mejor producción de toda la liga), al tener una de las peores defensas del campeonato. Es decir, para lograr la salvación, hay que encontrar como mínimo otra opción exterior en ataque, por lo menos, hasta que uno de los dos pueda regresar a las pistas.

Aunque por estadísticas no lo parezca, Ludde Hakanson es un jugador que, por posibilidades y recursos en ataque y por calidad, no sólo puede aportar mucho más, sino que también debería hacerlo. Bien lo ha demostrado siempre que ha tenido oportunidades, ya lo demostró la pasada campaña y ya lo demostró en la temporada con el Sevilla. No estaría escribiendo esto si ese fuera el problema. Los problemas del sueco provienen, sobre todo, de la toma de decisiones en ataque y de la poca continuidad que ha tenido este año.

Pero lo que convierte en vital su figura para estos próximos cuatro partidos, en los que su equipo se juega prácticamente la vida, es porque su aportación viene desde el banquillo. En los momentos en los que los titulares descansen, es él la única esperanza en una segunda unidad que este año no ha destacado especialmente. Con Gentile y Brizuela en el dique seco, sus minutos en pista suben, al igual que su responsabilidad. Y es que es el jugador ideal para suplir estas carencias. Ludde, ofensivamente hablando, es de los jugadores más capacitados de la Liga Endesa, y con más potencial de recursos para anotar; tira de tres, entra a canasta, corre la pista, finaliza bien y sobre todo, es capaz de crear su propio tiro, tanto en media distancia como en triples. Estas virtudes, y más desde el banquillo, son un aspecto vital para el equipo, ya que ninguno más en la plantilla puede ofrecerlas.

Cuestión de confianza

Él está capacitado, y la mayoría lo sabemos. El problema es la toma de decisiones. O mejor dicho, la no toma de decisiones. Cuando lo hace, lo hace, pero hay algo en su cabeza que le impide creérselo y que le lleva, por lo tanto, a recular en muchas ocasiones. Con confianza, es otro jugador. Así lo está demostrando en los últimos partidos, anotando muchos puntos sin la necesidad de jugar una cantidad excesiva de minutos.

Por eso, la hoja de ruta de estos últimos cuatro partidos para él debe ser la de ser consciente de la importancia que tiene para Estudiantes un Ludde Hakanson enfocado en ataque. La vuelta de Arteaga le va a liberar espacios, y las salidas de Etou en la segunda unidad van a permitir un poquito más de solidez en situaciones defensivas.

Sobre todo, el partido clave de todos, el penúltimo ante el Obradoiro, debería ser una fecha marcada con rotulador en el calendario del joven base. Probablemente, el partido más importante de los últimos tres años. El que más urgencia tiene de ser ganado. Un partido en el que, además, se dan las condiciones propicias para que pueda brillar, en casa y ante una segunda unidad gallega que tampoco es nada del otro mundo.

Pero todo pasa, evidentemente, por sacar a jugar al mejor Hakanson que sea posible. Porque si de algo estoy completamente seguro es que, sin ningún tipo de dudas, con más confianza, podemos ver al mejor Ludde Hakanson.